Estrellada, con el cielo en total claridad, el viento noctambulo silbaba en mis oídos, acariciaba mi piel reacia y correosa por el paso de las arenas del tiempo, un pelillo blanco se movía al compás de los resoplidos del "west ponente" que traía a su paso aromas rancios, como esencia de mercado de barrio, de esos en que todos los vendedores te gritan los precios a la cara como si fueran alagos, te muestran sus mercancías "frescas" y oleosamente brillantes, mostrando la "calidad" en un entorno turbio maloliente y caótico, vendedores de muchas mercancías, variadas, interesantes y deleznables, incluso mercancías andantes, pavoneantes y seductoras muy a su modo, que prometen el edén en un catre de veinte monedas, de esas que te encuentras fácilmente en cualquier sofá. Con una sonrisa te evocan a palpar, olisquear a besar, con faz articulada de manera que se puede intuir la repugnancia hacia su propia existencia, pero con la resignación del "de algo hay que malcomer".
Decía yo, era una noche como cualquiera, una noche en las que el placer se puede describir en una inconsciencia parcial, en la que puedes ver las cosas que te rodean, aderezadas con las siluetas de los recuerdos, con el aura de los ayeres mas memorables, una realidad distorsionada de tal forma que te puedes reír de ti mismo, y disfrutar con ello, una "realidad" en donde eres el protagonista y no solo un actor secundario en donde los actos de los estelares se estrellan contra tu pequeño montículo a duras penas formado de logros, por así decirlo, desparramandolos por el suelo como si fuera un castillo de naipes en una tormenta. No! ahí tu eres el que provoca las risas, eres el punto de fuga en esta obra llamada VIDA, sin bombín, ni pipa, ni guante, resultas ser el extravagante que todos quieren ser, el alma de la fiesta! ....
Cascos de viejos barcos náufragos, caracolas vacías, sin vida yacen en la playa de la habitación, cual si fueran mensajes llenos de esperanza impresa en rollos de papel marchito dentro de botellas vacías, muertos quedan los recuerdos acompañados del mareo y el vomito, del desecho intelectual. Del ángel de grandes alas no queda nada, de ese catrín carismático, no queda mas que el sombrero apolillado y el bastón carcomido por las termitas.
La arena inunda las dunas rosadas de la boca, y el sol quema las ventanas del alma, cual vinagre en el papiro se esfuman los recuerdos, y así vuelve todo a la "normalidad cotidiana". Un desayuno rápido y comenzar de nuevo a sobrevivir.
Una noche ya ha pasado dando cabida a un nuevo sol, un sol tan viejo como la vida misma, un sol que aturde a los seres taciturnos que viven bajo las sombras de la inexistencia, de los que no nota nadie ya, que son más bien ornamentos de un circo de burlesque. Un sol que hay que soportar hasta estar bajo la sombra protectora del olvido, y descansar por fín de toda la vorágine intempestuosa que muchos llaman "VIDA".
Literato Bonprogré
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