Después de un tiempo, me puse a pensar en perspectiva. De una forma un poco
peculiar a lo que se acostumbra en mi actuar. De una manera un poco, digamos,
más seria.
Me encontraba en ese pequeño mundo, ese espacio tan íntimo y casualmente
efímero llamado sanitario cuando fugazmente se cruzó entre mis cavilaciones banales
la imagen de mi mismo, no una imagen que me hubiese gustado ver de mí mismo a
estas alturas de la vida, sino una mas difuminada con el ambiente; menos nítida
cada vez; sin los relieves que con antelación sobresalía, por lo menos, en mi
entorno social. La originalidad se había ido, la creatividad, la luz.
Ciertamente la vida da muchas vueltas. Es como un "sube y baja",
que cuando estás arriba se siente bonito, pero cuando baja... ¡eso duele mucho!,
como diría esa canción naquísima que seguramente muchos han de conocer. Pues de
cierta manera, es cierto; pero lo que no menciona esa romanza popular, es el
sentimiento que se tiene cuando dicho aparejo infantil se queda estancado justo
en el medio. No es bonito. No es feo. Es simplemente lo contrario.
Después de algún tiempo de reflexionar sobre mi situación actual, baje la
palanca y salí de ahí, miré hacia afuera, observe con detenimiento las cosas
que me rodeaban, las personas que sentía en ese momento dentro de mí, no
literalmente por supuesto, pero sí en recuerdos amados, y me dije a mi mismo:
-hay que comer algo- y definitivamente lo hice, mientras silbaba una vieja
canción que me recordó a mi más grande amante, la cual últimamente ha dejado de
venir a casa. Mi amante y la de muchos, pero siempre mía.
La sigo recordando, como acariciaba mi rostro con sus suaves manos, su
aliento fresco y su calidez lívida. Ese cabello, esas uñas que marcaron mil
surcos por el lienzo de mi piel, llevándome a mundos inusitados y abandonándome
felizmente en ellos, para volver después de un tiempo caminando y admirando el
paisaje felizmente. Creatividad, a donde has ido. ¿Por qué me has abandonado?
Después de un tiempo me doy cuenta como un ser se va difuminando con el
entorno; como va perdiendo solidez y se convierte en una mancha, un borrón en
el lienzo de la existencia.
Después de un tiempo, me pregunto suplicante y entre
ojos lacrimosos: -¿Un borrón, podrá volver a ser el trazo perfecto que antes
fue?-. Después de un tiempo de pensármelo, agacho la mirada y callo