Efímera es la ilusión detrás de lo imposible,

la cual sí
lograce atravezar la barrera de la imposibilidad

ésta ocasionaría un caos
que haría que su esencia se perpetuara.


jueves, 9 de febrero de 2017

Los hilos blancos.

Soñando que se es libre por poder respirar donde le plazca a uno, por caminar en sentido contrario en la acera de la vida y viendo a los ojos al sol se pueden pasar muchos años, muchos, que en retrospectiva se sienten como un suspiro vago. Un suspiro del mes de mayo, de un mes de aquellos cálidos, de aquellos donde te quitabas la camiseta para poder sentir la suave lluvia, de gotas gruesas, de gotas de agua dulce.


Esos años pasan tan, pero tan rápido que al segundo respiro el aire ya no tiene ese dulzón gusto como el primero. Sabe algo agrio, algo cenizo, algo diferente.


No es que estos hilos blancos me hayan atado a la amargura, o que la amargura me los haya obsequiado para hacerme miserable, no, sino todo lo contrario, pues lo contrario del blanco es negro, pero necesariamente no debe ser malo, sino como ya lo dije: todo lo contrario.


"Los primeros años son un fastidio, aunque después mejora y te encuentras a ti mismo", leía en un libro de literatura juvenil, que por lo regular es material desechable, aunque este cuenta con buena narrativa.


Frente a mis ojos corrieron esas palabras, esa frase, envolviendo mis pensamientos con sus mil y una lenguas arrastrandome hasta aquellos tiempos donde sin duda alguna me encontré a mi mismo. Donde el amor de mi vida me encontró, y complementa mi existencia. Donde mi alma encontró su cause en la "música malvada", bautizada así por mi "Virgilio" personal, quien se convertiría en un hermano de otra madre. "El Koko" le llamaban. Ahí, donde la vida me mostró que valía la pena recorrerla.


La realidad es que, la libertad es un sueño, una falacia rosa y esponjosa, dulce como el malvavisco y algodón de azúcar acompañados con hiperglucemia y amputación de extremidades.


Lo aprendido es que el camino es recto y sin desviación, y el acotamiento es tan estrecho que parase es una sentencia de muerte por atropellamiento. Esto no se detiene, y aunque sabemos que hacía un barranco vamos, con una sonrisa manejamos a exceso de velocidad. Al final, lo ancho de sonrisa es lo que recordarán aquellos quienes nos ven pasar. Y es bonito. Y está bien.


La fantasía siempre será el sentir el pertenecer, aún siendo auténtico. Sin máscaras.sin pretenciones. La ilusión de amoldarse y encajar con sinceridad con los demás. Cómo en aquellos años. Años muertos, pues ya te haz encontrado, te haz forjado y amoldado. Ya no hay quien quede a la medida.


¿Hoy que se tiene?. Pues hilos blancos para atar firmemente el antifaz para la ocasión. Hilos blancos con los que tener una buena conversación que venda tus ideas a gente que no le importas. 


Hilos blancos.




Literato Bonprogré

Víctor Escobedo (13 años de edad). 1999